Una niña de
13 años, atrapada entre el barro y escombros dejados por un
deslizamiento ocurrido tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz. Pese
a que la imagen dio vuelta al mundo, nadie pudo rescatarla a tiempo.
Los miembros de los equipos de rescate se limitaron a rezar junto a ella
y tratar de aliviarle la penuria. Omayra murió 72 horas más tarde, tras
permanecer a la intemperie.
Una muerte anunciada
Sola
en la noche, con el miedo de la oscuridad, el susurro de llantos,
lágrimas, gritos, desfiles de cadáveres, la noche que venía, sola entre
tantos muertos, sola sobre los es-combros de su ciudad, sola y
abandonada por todos, la de Omayra fue una muerte anunciada y
televisada. Cuentan que, cuando llegaron los reporteros, estaba agachada
sobre un flotador (la cámara de un neumático) que colocaron bajo sus
brazos como único recurso, sintió las voces, levantó la carita y les
mi-ró. Intentó una sonrisa. "¡Ay...!", dijo pero no lloró, y los
periodista afirmaron que "no nos miró con súplica, no estaba derrotada,
había mu-cho de valentía en su mirada". No dijo que le dolían las
piernas sino que simplemente no las podía mo-ver. "Siento frío", parece
que dijo con una mirada profunda, entre resignada y triste, pero se le
veía tranquila, valiente: "Era una niña toda coraje", escribió entonces
Cristina Echandía.
"Tengo miedo que el agua suba y me ahogue porque
yo no sé nadar, aunque soy aquí de tierra caliente", balbuceó. En un
momento apoyó su rostro sobre el neumático, como para descansar y estuvo
así unos cinco minutos, después, otra vez le-vantó el rostro y
pronunció unas frases un poco incoherentes y ya sus ojos estaban más
rojos y se notaba algo de delirio. "Tengo sed", dijo e intentó tomar un
poco de aquella agua putrefacta: "Se lo impedimos y le pasamos otro vaso
de agua", recuerdan los periodistas que asistieron impotentes a su
agonía.
Los socorristas regresaron y se volvieron a ir, tras señalar
que era imposible tratar de sacarla por la fuerza, porque eso sería
destrozarla de la cintura para abajo o por lo menos perdería los pies.
Dijeron que era indispensable traer la motobomba para sacar el agua y
poder proceder a retirar la materia que la aprisionaba.
Cuando los
helicópteros pasaban sobre ella, Omayra levantaba sus ojos enrojecidos y
los miraba alejarse. "Te juramos, Omayra, que vamos ya a traerte la
motobomba para sacarte de aquí" le decían los socorristas para darle un
poco más de tranquilidad pero la niña les respondió: 'Váyanse a
descansar y vuelvan a sacarme" Entonces, las crónicas cuentan que le
dieron la espalda y se fueron todos llorando, con rabia, como odiando a
Dios, a los hombres y a la naturaleza. Por fin, llegó la motobomba en un
helicóptero, pero funcionó de manera lenta, y a veces se obstruía por
el barro; a esa hora, ya Omayra escasamente podía mantener los ojos
abiertos, le habían quitado su blusita de color azul y yacía con su
espalda descubierta. Hasta las cinco de la mañana había estado
su-friendo delirios y cantado y contado chistes a los médicos y
socorristas que la acompañaron durante la noche.
Al principio de la
noche, habían pasado ya tres días, estuvo todavía consciente,
sosteniendo conversaciones coherentes, pero después de la una de la
madrugada comenzó a delirar, cantaba canciones extrañas y un testigo
relata que hacia las tres de la mañana le dijo que "ya el Se-ñor la
estaba esperando". "Después cantó la canción de los pollitos", recuerda
el socorrista, que fue su acompañante durante tres noches de agonía y
muerte.
Omayra Sánchez era fuerte, simpática, valiente y hacía
sonreir entre lágrimas cuando la televisión transmitía las dramáticas
imágenes, y siempre mostró una presencia de ánimo sorprendente. Estaba
triste por no poder asistir al examen de matemáticas que tenía aquel 13
de noviembre, triste pero sonriente a las decenas de cámaras, todas
impotentes, sin poder hacer nada. Entre ellas la de Frank Fournier,
quien tomó la fotografía que todavía hoy nos anuda la garganta y nos
encoge el alma. "Cuando se tomó esa foto, Omayra ya estaba agonizando,
murió pocas horas después", recuerda Fournier que la valora porque
"sirvió para destacar la irresponsabilidad y falta de coraje de los
políticos del país".
by:Sebastian
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